UN CUENTO EN CANARIO (en tono de humor)
Donina Romero
Pues bien, el cuento se titula Caperucita Roja y comienza así.
Érase una vez un guayabillo de niña llamada Caperucita Roja,
zafada, más ensayada que una escopeta y con mucho tino para hablar, que
nunca se metía en rebotallos ni rifirrafes, que no era faltona e
iba arregladita como un tollo compuesto pues no le gustaba afrentar a su
madre vistiendo como un pilfo.
Deseaba visitar a su viejita abuela que vivía en el bosque y a quien ya se
le estaba yendo el baifo porque la estaba abicando, y antes de que la
espichara quería llevarle una cereta de tunos indios, una lecherita de
beletén más una taleguita de gofio misturado, o sea, de trigo y millo que
tanto le agradaba a la anciana señora.
Así es que arrancando la penca, la niña se adentró en el bosque con cierto
chirgo, pues sabía que el rabo de perinqué y totorata del lobo,
confianzudo y de mal tabefe, la espiaba para trincarla y comérsela de
enyesque acompañado de una pella de gofio y plátano, dos jareas, un
lebrillo de carajacas, papitas arrugadas con mojo encarnado de la puta la
madre y una botella de agua de San Roque con gas.
El lobo era un palanquín de aspecto revejido, flaco como una verguilla y
un pejiguera siempre dispuesto a jeringar. Así es que en cuando vio a
Caperucita se puso a dar esperridos como un mataperro para asustarla, pero
Caperucita, enroñada y con su pachorra de siempre, ante aquel cloquío lo
miró de refilón y sin levantarle el gallo le dijo que el que iba a cobrar
iba a ser él, que a ella nadie le cogía la camella......, haciéndole fos y
continuando su camino sin atorrarse, lo que dejó al laja del lobo
margullando en saliva y rezongando de amulamiento por no poder comérsela y
empajarse.
El lobo, rascado y de mala tiempla, se acercó al río a refrescarse el
totiso y el gaznate por no tener cerca un cafetín para un carajillo, y
allí, sentado sobre una piedra, pegó la hebra consigo mismo mientras se
comía las uñas hasta las raspas y con el pensamiento trataba a Caperucita
de risquera, echona, cocorioco, erizo cachero, trasmallo y no sé cuántos
adjetivos a cual más peyorativo.
Emborregado, agoniado y con la matraquilla de querer comérsela, corrió
desesperado a casa de la abuelita bajo un chipi-chipi que lo dejó
entripado y renqueando de tanto correr.
Como era un poco tabaiba, aunque farol y malo como un aguaviva, estornudó
cerca de la ventana, con lo cual al oírlo, abuela y nieta, que le
escarmenaba el pelo a aquella, cogieron sendos teniques para darle un
macanazo y acabar con el guineo ya que no podían verlo ni en pintura y que
así se fuera escaldado de una vez por todas.
Los teniques salieron como voladores rabúos por la ventana yendo a caer
con geito sobre el zarandajo del lobo que, escarranchado en el suelo, se
comía una embozada de fresas para matar el hambre. Como un sanana,
enchapado de vergüenza y doblado como una alcayata salió de allí con
pronta retirada, mientras Caperucita y su abuelita (que se había olvidado
que estaba con la quilla en el marisco y ya para la gueldera) se comieron
un cucurucho de helado y roscas de azúcar mientras llenaban la habitación
de sopladeras de colores con belingo incluido.
mi blog: http://jmrv71.blogspot.com/
mis fotos: http://www.flickr.com/photos/josemrv/
jajaja, 4 años viviendo en Arrecife y hasta mi me ha costado entenderlo.
NaCl u2
jajaja, si, yo soy canario de pura cepa y hay que haber hablado muuucho con los viejitos para comprender todas las palabras 🙂
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Bueno, se termina medio entendiendo porque nos sabemos el cuento, y por el contexto general, pero madre mía tiene tema la cosa. Me ha resultado agotador leerlo entero, buf, casi como leer en inglés o similar 😉
Saludos.
Pablo .......................... Artesano del 3d...